PLAYA
Bienvenidos a esta
refrigerador-noche!:
los murciélagos
se mantienen
ocultos de los besos,
y la Luna muge como
una vaca colosal
Lo oímos,algo se hace a orillas de la playa,
algo rojo y misterioso; mientras aquí,
otra cosa se escurre
por las veredas
de la City::
un barro inmundo de
días de diluvio.
Tantos diluvios
por conocer!
Ay! Que venga la
vida
y que me atraque
los pulmones
de una vez!
Que me diluya el
aliento
hasta la muerte,
de mis, de
mis pulmones como
de aullido de cisne!
Así y todo,
los bebes lloran a
medianoche,
Pero esta noche precisa,
mi
corazón por fin se sumerge
en la noctámbula friolenta, y
algo de mi amor,
de mi amor
infinito,
se cuelga, y se
mece,
como una niña blanca
perdida en el
bosque.
Hay terror. Obvio.
Las nubes
nocturnas
cruzan,
y una Magdalena llora la partida
de su proxeneta. Y el dinero
cae, o se quema,
porque es El Fin, y a la raza
humana ya
no le sirve El Capital.
Y en la
desembocadura de todos los ríos,
y de todas la
humedades, allí,
todas, muchachas en bikini,
pero con las tetas
al aire,
se abren hacia el alba,
como una invasión
de luciérnagas,
la cola del Fénix.
Cuando comienza
nuestra canción de
nunca acabar,
una sinfonía de mármoles,
reverberando en esta noche llena de sol,
es cuando me da por hacer del Amor un puro grito.
y atragantar a mis
amantes en mi asfixia,
para verlas
germinar
denuevo en su huevo, o sea,
en la erótica
paciencia de Dios,
ese tiempo dedicado a
diseñar cada
cuerpo,
cada tierno cuerpo
que será fornicado
en el estío de sus
épocas,
en la adolescencia
sobre todo,
sanamente, como
una monja y un lirón
sobrepuestos sobre la fotografía
en negativo de un León mojado.
Muchachas desnudas
miran las estrellas,
esto es, y
agitan sus piernas,
se examinan entre
ellas
sus vaginas, sus
clítoris,
los olfatean, los lamen,
miden con sus
manos sus pechos,
confirman la
firmeza de sus culos,
para después de
esto,
y nada más que esto,
echarse a nadar a
la Aurora.
La cola del Fénix,
mi olor,
mi peste de
hermosura.!