[LAS DOS CIUDADES Y SU TABERNA]
Un ángel solitario en la punta de un alfiler
Oye que alguien orina
Roque Dalton
I.-La Ciudad II.-La Ciudad
Cogió su bolso de la mesa La mujer del padre
y le dijo que la esperara muerta de angustia
él miraba por la ventana al enamorarse de su hijo
sosteniendo su copa de vino se embriaga en bragas
no quiso molestarse en dirigirle solitaria en su cuarto de hotel
la palabra en silencio
ella pensó en la noche anterior En años de amores vagos
en la cama blanca, en la cena platinada se enferma por la semilla de su pasión
esa noche en la que se refirieron a ¡qué deseo insobornable acudió a su corazón!
monitoreos, a cuotas, a respiración Del olvido de un actriz muda
artificial natural regresó el romancero bermellón
y luego ella se fue a la cama ¡Con el hijo de mi Petro Cardoso!
y él se quedó en el comedor lamentándose en tono italiano
bebiendo vino y golpeándose las sienes en la penumbra
tal como ahora ella lo deja de nuevo Al amanecer de ese angustioso lucero
pero para ir a orinar al baño de mujeres que es el sol de todos los domingos
ella se quiere casar con su padre y cogerá el teléfono de la recepción
él sabe que se va a morir y anunciará su partida al extranjero
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