viernes, 4 de enero de 2013




PLAYA







Bienvenidos a esta
refrigerador-noche!:
   los murciélagos se mantienen
        ocultos de los besos,
y la Luna muge como una vaca colosal

Lo oímos,algo se hace a orillas de la playa,
algo rojo y misterioso; mientras aquí,
otra cosa se escurre por las veredas
de la City::
  un barro inmundo de días de diluvio.

Tantos diluvios por conocer!

      Ay! Que venga la vida
y que me atraque los pulmones 
                                de una vez!
     Que me diluya el aliento
hasta la muerte, de mis, de
    mis pulmones como 
                 de aullido de cisne!

  Así y todo,
los bebes lloran a medianoche,

Pero esta noche precisa,
mi corazón por fin se sumerge
  en la noctámbula friolenta, y
algo de mi amor,
  de mi amor infinito,
se cuelga, y se mece,
  como una niña blanca
perdida en el bosque. 


                              Hay terror. Obvio.
       Las nubes nocturnas 
                           cruzan,
  y una Magdalena llora la partida
de su proxeneta.        Y el dinero
                   cae, o se quema, 
      porque es El Fin, y a la raza humana ya
    no le sirve El Capital.


Y en la desembocadura de todos los ríos,
   y de todas la humedades, allí,
todas, muchachas en bikini,
   pero con las tetas al aire, 
se abren hacia el alba,
   como una invasión de luciérnagas,
la cola del Fénix.

Cuando comienza
 nuestra canción de nunca acabar,
una sinfonía de mármoles,
reverberando en esta noche llena de sol,
es cuando me da por hacer del Amor un puro grito.
   y atragantar a mis amantes en mi asfixia,
para verlas germinar 
denuevo en su huevo, o sea,
  en la erótica paciencia de Dios,
ese tiempo dedicado a
   diseñar cada cuerpo,
   cada tierno cuerpo que será fornicado
en el estío de sus épocas,
  en la adolescencia sobre todo,
sanamente, como una monja y un lirón
  sobrepuestos sobre la fotografía 
en negativo de un León mojado.

Muchachas desnudas miran las estrellas,
  esto es, y agitan sus piernas,
se examinan entre ellas
  sus vaginas, sus clítoris,
los olfatean, los lamen,
  miden con sus manos sus pechos,
confirman la firmeza de sus culos,
  para después de esto,
y nada más que esto,
echarse a nadar a la Aurora.
               La cola del Fénix,
                              mi olor,
                                  mi peste de hermosura.!










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