martes, 6 de noviembre de 2012







Novelista de las fuentes de soda alemana, alquímicamente equilibrado: el pico al cielo, el orto al N. Esquinas dorsales de un reino de papeles. Exclamaciones tecnológicas como un Erasmo jubilado, disidente de las políticas a vapor. Túnel de ventanas aromatizadas: metáforas sin dientes ni uñas, con sus dedos obstruyendo ambos orificios de las narices.Ley Misterio: esteparios. Lo señala con el lápiz, es una belleza que gira, que aparece y desaparece tras los rasgos de un globo terráqueo de cristal: 80 % agua, 20% política, el mundo braceando en el tajo-valle del Geronte. La lesera de leer como espías de contrabando/ como escéptico mecanógrafo/ como radar tuerto/ como trote diseminado/ como disecadas oraciones abultadas, unas sobre las otras/ como gatos recién reídos. Poesías-novelas corren el triatlón total hacia la campestre desolación.Un oficio en falso, el que marca el pulso del corazón de hiedras amazónicas. Brillo que se abre como una vagina de diamantes, y Poesía que entra en ella como se devolverían las mares crepusculares al estómago del chacal; Novela que sale silbando, obstinada a hacerse monja. Al centro de las albas muertas, hacia el piso recién encerado de una costanera brutal, se observa una pequeña ración del amor.



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