LOS
BUZOS CATÓLICOS
A Nietzsche, el solo.
Una nevazón imaginaria
en la sala de esperas
del Hospital General
en la sala de esperas
del Hospital General
me rodó en la mente
un estremecimiento no común;
un estremecimiento no común;
mi curiosidad quedó
latente,
a flor de piel.
a flor de piel.
Fue un leve film de
encantamientos-bestias
de otra época:
algo oscura,
algo beduina,
algo oscura,
algo beduina,
el episódico alfiler
entrando en un músculo,
entrando en un músculo,
aquella pulsión de
arpón insistente
en los cráteres de la
piel.
Una melancolía, quizás;
subacuática, tal vez;
una
cueva que sorbe buzos católicos
que se aventuran
en una profundidad coqueta.
en una profundidad coqueta.
A su modo, esto no quiere
parecer
un recurso barato
un recurso barato
de seseo ni misterio
mueca-pronto-a-echarse-a-reir;
mueca-pronto-a-echarse-a-reir;
ni teorema,
ni Schopenhauer.
ni Schopenhauer.
Esto denuncia una
sospecha,
una sospecha que tirita
una sospecha que tirita
del frío: esto ocurrió,
es preciso decir,
es preciso decir,
antes de toda palabreria:
leía
encandiladamente
El Anticristo en una
vilipendiada silla
en la sala de esperas
del Hospital General
en eso alcé la mirada,
la paseé por la sala
en semipenumbras,
El Anticristo en una
vilipendiada silla
en la sala de esperas
del Hospital General
en eso alcé la mirada,
la paseé por la sala
en semipenumbras,
detecté algunos hielos,
algún restito de lobo;
llovía a cántaros, los
algún restito de lobo;
llovía a cántaros, los
doctores-masacre
paseaban
a sus estentoscopios
del cuello,
entonces
a sus estentoscopios
del cuello,
entonces
algo me sobrecogió,
como si me hubiesen
cogido de las costillas,
como si me hubiesen
cogido de las costillas,
como si me hubiesen
tirado el pelo
con una máquina tira-pelos;
tirado el pelo
con una máquina tira-pelos;
y me
susurré:
esto es algo así
como un Norte nietzscheano,
esto es algo así
como un Norte nietzscheano,
una lejania celeste,
demasiado calipso,
de factura fría,
demasiado calipso,
de factura fría,
que se revuelve
como en un tornado
de alas azules y copos de nieve;
como en un tornado
de alas azules y copos de nieve;
una fuerza
desgarradora,
una fuerza que arrasa
con sus propias fuerzas
una fuerza que arrasa
con sus propias fuerzas
a medida que sucede:
la verdadera,
la original.
la verdadera,
la original.
Todo se hacía hierro,
polo
y ventisca
en la sala,
polo
y ventisca
en la sala,
y yo era como un mero
objeto decorativo
en toda esa glacialidad;
en toda esa glacialidad;
y no entiendia esto
sino
como expiración recién internada en su esquimal,
como expiración recién internada en su esquimal,
como un monje de hielo
establecido
en su templo-témpano,
en su templo-témpano,
como un cerebro que
ejercita
dedicadamente
su primer pensamiento frio,
dedicadamente
su primer pensamiento frio,
lo comprendia a medias
o a duras penas.
En fin,
algo
me
paralizó.
o a duras penas.
En fin,
algo
me
paralizó.
¿Pero es que
de qué fuerzas hablaba?
¿Qué se estaba pensando?
de qué fuerzas hablaba?
¿Qué se estaba pensando?
Algo del deseo,
supongo,
algo del horror
supongo,
algo del horror
de quedarse solo.
"Nadie,
absolutamente
nadie
"Nadie,
absolutamente
nadie
de los que
conozco
quisiera
ser Hiperbóreo".
conozco
quisiera
ser Hiperbóreo".
Eso pensé.
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