vino
desde muy lejos
a quedarse aquí
y
Todo parecía decir
“venga hermano mío
no
le tenemos miedo”
le
queríamos abrazar
incluso debajo de las
sábanas
del
invierno
como así verle
jugar con los
niños
del patio trasero
al
ulalá
y
deambular como zombie
luego de las borracheras
y
desaparecer
cuando todos hablaban
en
coro
Y en el grito soterrado
de
sus penas
él
alumbraba
la carretera y aparecía
con
una Coca Cola
en la mano
aunque
le dijeran
zángano
capitalista
amarillo
deshauciado
pero
no era la Coca Cola
en su interior
yacía
el vino
de los
santos
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